UBUNTU y SAWABONA | Filosofía Africana: Aprender a Trabajar en Equipo

¿Qué significa UBUNTU?

La palabra UBUNTU está basada en la teoría africana de la colaboración mutua y el fortalecimiento del trabajo en equipo, donde lo más importante es la lealtad. El protagonista de la fábula viene desde África para enseñarnos como adaptar esta teoría en el trabajo y así mejorar de manera rápida los resultados de una organización.

LA FILOSOFÍA UBUNTU

Es una forma de entender el mundo basada en el apoyo mutuo. El concepto y la palabra que lo nombra proviene del sur de África. De hecho, Desmond Tutu, una de las cabezas visibles de la lucha contra el apartheid, la explica así:


Una persona con ubuntu es abierta y está disponible para los demás, respalda a los demás, no se siente amenazado cuando otros son capaces y son buenos en algo, porque está seguro de sí mismo ya que sabe que pertenece a una gran totalidad, que se decrece cuando otras personas son humilladas o menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos. Junto a él, Nelson Mandela fue el gran responsable de la extensión de esta filosofía por el mundo, que hunde sus raíces en lo más profundo de la cultura africana.


Ubuntu sigue siendo un concepto revolucionario en un mundo en el que se premia el individualismo. Es solidaridad, ayuda, compartir con los demás. Es una actitud de lealtad hacia las otras personas que integran el grupo.


Esta forma de pensar se puede trasladar a nuestra forma de hacer empresa y de emprender proyectos. El «yo soy porque nosotros/as somos» cobra mucho sentido cuando se trabaja en equipo de forma horizontal.

Ubuntu: soy porque somos. También en la empresa.

Quiero contaros una historia que seguramente ya conocéis, pero que en estos momentos viene muy bien recordar, el mensaje es brutal:

“Un antropólogo propuso un juego a unos niños de una tribu africana. El juego consistía en que él dejaba una cesta llena de fruta junto a un árbol, y los niños corrían hacia ella desde un punto determinado, todos a la misma distancia. El primero que llegara a la cesta podía comerse toda la fruta que contenía. Cuando dio la señal de salida, todos los niños se cogieron de la mano y corrieron juntos hacia el árbol. Cuando llegaron a él se sentaron y disfrutaron todos del premio. Cuando el antropólogo les preguntó por qué habían actuado así, cuando uno solo de ellos podría haber tenido todas las frutas para él solo, ellos le respondieron: UBUNTU, ¿Cómo puede uno de nosotros ser feliz cuando todos los demás están tristes?


Ubuntu es un término procedente de las lenguas zulú y xhosa, que viene a decir “yo soy porque nosotros somos”, “si todos ganan, tú ganas”, o “el bien común es el bien propio”.

¿Qué significa SABAWONA?

Sabawona o Cómo la confianza es más importante que los errores

“Cuando alguien de la tribu hace algo incorrecto, toda la gente de la aldea, lo rodea y comienza a decirle todas las cosas buenas que hizo en su vida. Ellos creen que venimos al mundo totalmente puros, buenos, deseando seguridad, amor, paz y felicidad y, a veces, en esa búsqueda, cometemos errores.”


En nuestra cultura, una persona puede ser en general una gran persona, un gran amigo, una gran pareja, un gran compañero, un gran padre, un gran maestro, un gran chico… Puede ser alguien que ayuda, que apoya, que trabaja duro, que practica sus valores, que da lo mejor que tiene, y cuando comete un error… ¿Qué hacemos?


SAWABONA es un saludo africano que significa: «Yo te respeto, o te valoro, eres importante para mí».


SHIKOBA: es la respuesta a este saludo. «Entonces, yo existo para ti»


Un nuevo tsunami nos ha alcanzado, haciendo más necesario que nunca el concepto “Ubuntu”. La crisis del Covid19 pasará a los libros de Historia como el punto de inflexión que cambió el mundo para siempre, a partir del cual se producen cambios estructurales profundos, afectando a nuestra forma de vida de forma radical. En estos momentos debemos centrarnos en cumplir con nuestra misión, que no es otra que ayudar a minimizar todo lo posible el impacto del coronavirus.

Es un buen momento, sin embargo, para dedicar tiempo a la reflexión, a repensar quiénes somos y hacia dónde queremos ir, tanto individual como colectivamente: qué clase de mundo queremos dejarles a nuestros hijos, qué tipo de sociedad queremos y con qué contamos para llevarlo a cabo.


También es el momento de luchar con todas nuestras fuerzas para vencer al miedo, de redefinir estrategias y procesos, de reforzar alianzas y establecer otras nuevas, de establecer nuevos escenarios y pensar de qué herramientas hemos de dotarnos… Y de buscar el bien común, porque solo saldremos adelante como sociedad todos juntos. Tienen que ver mucho con la forma en que entendemos los ERRORES que alguien comete y, cuál es nuestra idea de RECOMPENSA. Ambas pertenecen a sabiduría muy antigua del continente africano. Ambas contienen una filosofía sobre cómo entender la vida desde otra perspectiva basada en el grupo.


¿Existe ese respeto y confianza en tu trabajo, en tu vida? ¿Te gustaría?


Método Kaizen: pequeños pasos para transformar tu vida

¿Qué es el método Kaizen?

El método Kaizen nos permite conjugar deseo y voluntad sin que el peso del esfuerzo sea tan desproporcionado

La relación del método Kaizen. ¿Por qué nos cuesta tanto mantenernos firmes en nuestros objetivos? ¿Cómo podemos lograr nuestras metas sin perder la fe o la motivación por el camino?

La respuesta debemos siempre buscarla en nosotros mismos, en nuestro interior y en la manera en la que nos relacionamos con el deseo, la voluntad y el esfuerzo.

Sin embargo, existen algunos caminos que resultan más sencillos que otros, métodos que nos permiten conjugar deseo y voluntad sin que el peso del esfuerzo sea tan desproporcionado. Uno de ellos es el Método Kaizen.

Tanto si te propones cambiar de trabajo como hacer ejercicio, gastar menos o escribir un libro, hablar bien en público o dejar de fumar, el kaizen te ayudará a no desfallecer en tu enésimo intento, sintiéndote de nuevo fracasad@. Al contrario, potenciarás tu autoestima al darte cuenta de que consigues lo que te propones, casi sin esfuerzo.

¿Qué es el método Kaizen?

Se trata de un método práctico de “mejora continua”(así es como se traduce) que propone alcanzar grandes objetivos a partir de gestos mínimos (Ideal!, ¿no crees?). Resulta eficaz si quieres introducir mejoras en tu vida cotidiana y alcanzar la excelencia física, mental y emocional. Pero también es una metodología utilizada por grandes corporaciones para aumentar la productividad, la creatividad y la innovación.

El gran atractivo del kaizen, además de la sencillez y naturalidad de su práctica, es que propone logros perdurables. Es decir, cambios sostenibles. Por ejemplo, que pierdas cinco kilos de peso…y ya no los recuperes (como suele ocurrir).

¿Cómo surge el kaizen?

El 14 de agosto de 1945, ocho días después de que el avión bombardero B-29 Superfortress (más conocido como Enola Gay) dejara caer a su “chiquillo” sobre el cielo de Hiroshima, el Emperador Hiroito aceptó y firmó la Declaración de Potsdam, hecho que consumó su rendición ante los Aliados.

Al igual que ocurriera con Alemania tras la derrota nazi, los Aliados se repartieron el territorio. Estados Unidos, bajo el mando del General McArthur, tomó el control de las cuatro principales islas niponas. Este hecho despertó el interés de muchos profesionales americanos para trasladarse a Japón con el fin de ofrecer sus servicios de consultoría a una economía y una industria que necesitaban recomponerse, con el fin de desarrollar a sus mandos intermedios en la implementación de unos métodos de trabajo más eficaces que incrementaran la productividad.

Los profesionales americanos introdujeron el programa Training Within Industry, (base del actual sistema Lean) que ya había sido implementado por el gobierno federal para instruir a su mano de obra durante la Segunda Guerra Mundial, con el fin de satisfacer las exigencias de producción que causaba el conflicto bélico.

Así, el Training Within Industry se fusionó con la antigua filosofía china basada en los principios del Tao Te Ching, y en su variante dentro de la tradición japonesa. De la conjugación entre la cultura milenaria y la tendencia racional occidental nació la “Estrategia de Mejora de la Calidad Kaizen”, que llevó a la industria del país nipón a colocarse entre las primeras economías del mundo.

Pero… ¿Cómo funciona el método kaizen?

Uno de los lemas que identifican el kaizen es: “Hoy mejor que ayer, mañana mejor que hoy!”. Y es que las acciones pequeñas son el alma del kaizen. Dar pasos muy pequeños te puede resultar trivial o, incluso, ridículo. Sin embargo, su sencillez y facilidad de ejecución te ayudarán a avanzar día a día, consiguiendo, poco a poco, sortear los obstáculos que antes te vencían.

Pero, además, casi sin darte cuenta, estarás cultivando una metodología de mejora continua que te permitirá establecer y adoptar hábitos positivos que, sin duda, producirán cambios generales en tu estado anímico, mental y físico.

Y es que lo que hacemos habitualmente es plantearnos objetivos retadores, de grandes dimensiones, trazando un plan estratégico lleno de acciones contundentes que requieren de un esfuerzo igualmente contundente para llevarlas a cabo y buscamos la motivación bien en nuestro interior, en nuestro orgullo o en nuestra esperanza, bien en el exterior, buscando algo tan valioso para nosotros que logre mantener firme nuestro compromiso.

Sin embargo, en la mayoría de ocasiones, cuando se presentan las dificultades en la asunción del esfuerzo contundente y oportuno, nuestros objetivos empiezan a dejar de tener el mismo valor que le habíamos otorgado al principio, no son ecológicos para nosotros y perdemos la motivación. Solemos, además, buscar excusas para abandonar el objetivo justificadamente, intentando, sin éxito, engañar a nuestra autoestima.

Por el contrario, las acciones pequeñas son muy fáciles de conseguir, precisamente porque no requieren de un gran esfuerzo. Sin embargo, resultan efectivas porque facilitan que cada día estés más cerca de tu estado deseado y más alejado de tu estado actual, sin posibilidad de volver atrás, si fijas cada aprendizaje. Por ese motivo, el kaizen funciona.

Acciones Kaizen

Más allá de su aplicación a nivel corporativo, dentro de las estructuras del Lean Management, puedes aplicar el kaizen a tu vida y conseguir metas que te resultan imposibles. Vemos un par de ejemplos:

1. Si quieres dejar de fumar:

La primera opción será, por supuesto, el consejo médico. Las sustancias del tabaco son muy eficientes generando dependencia física y mental en nuestro organismo. Por eso nos resulta tan difícil abandonar este hábito y se explica que haya personas que consigan dejar de fumar durante tres o cuatro meses, incluso años, pero un día vuelvan al hábito con el mismo ímpetu que anteriormente.

En ocasiones, es mejor no pretender sobrepasar el muro de un salto, sino realizar pequeños pasos que nos ayuden a estar cada día más cerca de nuestro objetivo.

En ese sentido, desde la perspectiva kaizen se propondría a un fumador de 20 cigarrillos al día que siguiera fumando esos 20 cigarrillos, con la salvedad de que cinco de ellos estén cortados por la mitad. Si dicho fumador realiza esta acción tan sencilla, que no requiere esfuerzo, durante una semana, en realidad habrá conseguido disminuir el consumo en 17.5 cigarrillos, es decir, casi una cajetilla menos que la semana anterior. Si la semana que viene es capaz de seccionar 10 cigarrillos en lugar de 5, habrá conseguido dejar de inhalar el humo de 35 cigarros, lo que corresponde a casi dos días sin consumo. Cada vez que cortamos cigarrillos, estamos disminuyendo el consumo, pero no abandonando el hábito. Ese será un paso posterior. Sin embargo, disminuir progresivamente el consumo nos permite establecer un sistema de mejora continua que nos ayudará en todo el proceso.

2. Conseguir hacer ejercicio:

Katherine, una ejecutiva de banca, se dio cuenta de que, en dos años, había ganado casi 7 kgs. de peso. Casi todas las personas somos conscientes de que mantener cierto nivel de forma física es un tema de salud. Cuando ya no es posible disimular ese michelín “que antes no estaba” o nos duele la espalda más de lo normal, salta la alarma y nos hacemos la maldita promesa: corremos a apuntamos a un buen gimnasio, nos compramos ropa deportiva y nos descargamos dietas rápidas de cualquier página en internet. Pero tanto las dietas como las tablas de ejercicios son difíciles de seguir y de mantener por el rigor y el esfuerzo que requieren. Excusas como la falta de tiempo disfrazan nuestra falta de voluntad o motivación y nos damos cuenta de que estamos pagando la cuota mensual sin apenas pisar la lona. Ese era el caso de Katherine, quien al llegar a casa, sentía que no le quedaban más fuerzas que las justas para tumbarse en el sofá y ver un poco la tele. Desde la perspectiva kaizen, resultaría sencillo proponer a Katherine lo siguiente:

  1. a) Hazte con una simple mancuerna de 2 kilos (o de 1).
  2. b) Siéntate en el sofá y mira la tele.
  3. c) Cada vez que se interrumpa la emisión con un anuncio, coge la mancuerna y simplemente haz elevaciones cambiando de brazo, hasta que se reanude la emisión.
  4. d) Pasa luego a hacer lo mismo, pero de pie.
  5. e) Cuando estés preparada para moverte, sal a la calle y da una vuelta a la manzana.
  6. f) Luego 2
  7. g) Cuando ya estés habituada a moverte, deberías buscar una actividad (nadar, caminar, ir en bici) en la que te gustase involucrarte y colgar una foto de esa actividad encima del televisor, o en la puerta de la nevera, o en la esquina de un espejo.

El kaizen requiere simplemente de fe. Realizando pasos pequeños orientas tu brújula mental hacia una nueva dirección, permitiendo que tu mente haga el resto. El kaizen no promueve la revolución. Sólo pretende el cambio a través de la calma y el proceso continuo, siempre enfocado en la mejora. Si cada día realizas una acción de mejora, ¿qué duda cabe de que mañana serás mejor que hoy? El kaizen es el agua que pule la piedra del río sin apenas ser percibido.

 

Como explica Robert Maurer, “Si realmente quieres pasar a la acción, considera lo diferente que podría ser el mundo si más de entre nosotros gestionáramos nuestras vidas sociales, profesionales y personales con la creencia firme de que los pasos pequeños importan. El kaizen ofrece la posibilidad de que, a través de pequeños actos de bondad, e incluso de pequeños momentos de compasión e interés, podemos cambiarnos a nosotros mismos y, eventualmente, a la humanidad”.

Jordi Miguel – Senior Consultant

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Tecnoestrés: Cuando la tecnología nos roba la identidad

¿Qué significa el término tecnoestrés?

Sociedad con tecnoestrés. ¿Sabías que cada segundo se envían en todo el mundo casi 10.000 tweets? ¿Y que, en el mismo tiempo, la población mundial envía y recibe más de 3.000.000 de e-mails (de los cuales, un 70% son “spam”)? ¿Sabías que, globalmente, existen más de 1,5 billones de websites, de las cuales menos de 200 millones están activas?

Viajando en transporte público o simplemente transitando por las calles de cualquier ciudad, nos resulta corriente observar un paisaje de cabezas inclinadas accediendo a su “Narnia” particular, a través de la mágica puerta de su samartphone. Algunas fuentes aseguran que pasamos entre 10 y 40 horas a la semana conectados a algún tipo de tecnología. Es decir, dedicamos más tiempo a internet que a hacer deporte… o simplemente a charlar.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística, un 96% de las familias cuentan con al menos un teléfono móvil, que es el dispositivo habitual de acceso a internet del 77% de los internautas. Sin duda, el smartphone se ha convertido, para muchos, más que en un medio indispensable, casi en un nuevo apéndice de su anatomía, representando un foco de adicción que genera nuevos tipos de trastornos de la salud.

Muchas de estas consecuencias negativas se engloban dentro del considerado tecnoestrés, un concepto atribuido al psiquiatra estadounidense Craig Brod en 1984, del que trata en su libro«Technostress: The Human Cost of the Computer Revolution». Craig define el tecnoestrés como “una enfermedad de adaptación causada por la falta de habilidad para tratar con las nuevas tecnologías de manera saludable». Es decir, no solo trata de las consecuencias del abuso de las TIC, sino del estrés que provoca no estar a la altura a nivel de usabilidad.

Así, el tecnoestrés puede aparecer tanto en el entorno personal, como en el entorno laboral y manifestarse en tres variantes:

1. La tecnoansiedad, causada por la tensión producida por una alta activación psicofisiológica no placentera, que fomenta el escepticismo respecto al uso de las TIC y respecto a nuestra capacidad y competencia digital.

2. La tecnofatiga, más centrada en el agotamiento psicofísico por el sobreuso de las tecnologías. La sobreinformación o sobrecarga informativa perjudica nuestro proceso cognitivo, generándonos confusión, ansiedad, intranquilidad y agotamiento. Es decir, nos colapsa el cerebro y perdemos la capacidad de análisis. La neurociencia nos ha demostrado sobradamente que el cerebro no está preparado para ofrecer una respuesta efectiva cuando procesa diferentes tareas. Las distintas posiciones de memoria del cerebro tienen que concentrarse, trabajar de un modo secuencial (primero una cosa, luego otra) para poder alcanzar un rendimiento óptimo.

3. La tecnoadicción hace referencia directa a la compulsión irrefrenable al uso de las TIC, siempre y a todas horas o durante períodos demasiado extendidos en el tiempo. Un tecnoadicto hace de la tecnología el eje estructural de su vida. Es decir, como en cualquier adicción, pasa a depender de su uso para realizar casi cualquier acción, aunque sea incluso más fácil realizarla sin intervención tecnológica. Así, un tecnoadicto dirige sus relaciones y comunicaciones sólo o mayoritariamente a través de canales digitales, realiza compras online, incluso de las cosas más simples, dispone de múltiples aparatos electrónicos y deriva las acciones cotidianas a través de la tecnología, llegando a convertirse en completos dependientes, incapaces de funcionar si falla internet.

Como en todo, podemos determinar diferentes grados, pero algunos de los hábitos que detallamos a continuación deberían hacerte revisar tu nivel de dependencia:

El pijama digital

Si eres de los que no te vas a dormir sin haber revisado tu correo, whatsapp y redes sociales, es posible que no te estés relacionando de manera completamente sana con la tecnología.

Me estreso si no sé cómo funciona

Los avances tecnológicos son vertiginosos y abrazan la obsolescencia de un modo exageradamente rápido. No poder seguir su ritmo no significa que no seamos competentes, tan solo significa que no centramos todo nuestro interés únicamente en la tecnología, dando espacio a otros aprendizajes y experiencias. No eres un marciano si no sabes qué es o como funciona un “Chatbot”.

Los tiempos muertos

Si te sorprendes llenando tus “tiempos muertos” únicamente a través de consultas sin rumbo en Google o en cualquier red social, en busca de nada en concreto, simplemente “a ver qué hay”, debes saber que te estás perdiendo la vida. No estás usando la tecnología, sino dejando que la tecnología te utilice. Levanta la cabeza, mira a tu alrededor y convive con el mundo real.

Conexión en tiempo de desconexión

Si descubres que no eres capaz de disfrutar de algo que te despierte interés sin que haya un dispositivo electrónico de por medio, puedes tener un problema. Si eres de los que va a cenar acompañado y planta el Smartphone sobre el mantel; si en tu tiempo libre no eres capaz de dar un paseo, hacer deporte, ir a la playa, mantener una conversación, escuchar música o cualquier otra actividad placentera, sin usar tu dispositivo móvil, tienes algún grado de dependencia tecnológica.

Depender en exceso de las apps deportivas es un peligro, puesto que están diseñadas para medir nuestro rendimiento y facilitan totalmente su publicación en redes, representan un peligro de anclaje en la que nuestra autoestima pasa a depender de nuestros resultados y del impacto positivo que generen en la opinión de los demás.

 

Necesidad de respuesta inmediata

Envías un whatsapp o un correo y piensas que 2 minutos sin recibir respuesta es un tiempo excesivo. No comprendes por qué no te responden y desencadenas pensamientos automáticos que te generan intranquilidad, desasosiego, incluso angustia. Eso sucede porque no contemplas la posibilidad de que el receptor de tu mensaje no viva enganchado a su teléfono, como vives tú. Quizás trate de respetar su tiempo libre o de atender conscientemente a una reunión o, simplemente, no vive pendiente de la tecnología y se relaciona con ella de un modo más sano, sin dejar que esta dicte su disponibilidad de tiempo.

En cualquier caso, si te reconoces en alguno de estos hábitos, déjame que utilice la frase que el Comandante del Apolo XIII, Jim Lovell, transmitió a su base durante la fallida misión a la luna, para describir tu situación: “Houston, tenemos un problema”.

 
 

Cuando no puedo estar sin ti: Nomofobia

Aunque no está considerada oficialmente una patología, de especial interés para los psicólogos es el fenómeno denomidado nomofobia, una nueva adicción cuyo nombre deriva del inglés (No-Mobile Phone Phobia) y que hace referencia al estrés incontrolable causado por la imposibilidad de disponer del teléfono móvil en cualquier momento y lugar, bien sea por olvido, por falta de cobertura, por falta de saldo, por robo, por pérdida, por no disponer de batería, etc…

Según estudios recientes, el 58% de los hombres y el 48% de las mujeres sufren pánico al plantearse la indisponibilidad momentánea de su Smartphone, y un 9% sienten estrés sólo de pensar que deben mantenerlo apagado.

Síntomas de la nomofobia

La dependencia que genera la nomofobia conduce al aislamiento social, ya que toda la vida es gestionada a través de internet. Es decir, reconducimos el mundo externo a través de nuestro mundo interno, relacionándonos sólo a través de pantallas. Colgamos nuestra vida en la red e interactuamos con los demás única o mayoritariamente desde allí, rebajando la calidad de la relación humana, que en lo virtual adopta otras reglas muy diferentes. Sin darnos cuenta, ponemos nuestra vida en manos de los demás y dejamos que sea la comunidad virtual la que gestione nuestra vida a través de sus opiniones, sus likes o dislikes, el número de tweets o las veces que se comparten nuestras publicaciones, cediendo nuestra aportación de valor al reporte que recibimos. Así, pensamos que valemos aquello que los demás dicen que valemos.

Dicho de otro modo, dejamos nuestra identidad en manos de los algoritmos y de las estrategias de desarrollo de un sistema de comunicación global, que decide de un modo velado por nosotros. Perdemos totalmente el control. Y eso es un peligro monumental para nuestra autoestima, sobre todo si somos jóvenes o adolescentes.

Cuando el intercambio social no fluye del modo en que esperamos, surge en nosotros la ansiedad, el nerviosismo, las obsesiones, que somatizamos en jaquecas, dolores intestinales o taquicardias, síntomas muy propios de una adicción.

Precisamente, ese miedo a dejar de existir cuando desconectamos del mundo virtual, a subrogar nuestra existencia al uso constante y desmedido del móvil, es un trastorno con nombre y apellidos: FOMO (del inglés, fear missing out, o miedo a estar desconectado)

¿Eres nomofóbico?

· Chequeo constante de la recepción de mensajes en cualquier aplicación.

· Pérdida de horas y calidad del sueño por uso de redes sociales.

· Imposible desplazarse a un sitio sin o con mala cobertura.

· El Smartphone no se apaga jamás.

· Necesidad de mantener la batería cargada al máximo posible todo el tiempo.

¿Te suena?

La realidad es que la estructura de los actuales mecanismos de relación giran demasiado en torno a la necesidad de conexión. Es decir, se nos hace difícil no estar conectados. Es cierto que los medios telemáticos y digitales han supuesto una gran herramienta de globalización e incluso de democratización, acercando personas e intereses de un modo inmediato, generando sinergias que de otra manera serían imposibles o inviables.

Sin embargo, es importante que seamos capaces de diferenciar entre el mundo real y el virtual, entendiendo, adoptando y respetando las reglas que rigen en cada uno de ellos, sabiendo aprovechar las ventajas y salvar los peligros que cada uno de ellos representa.

La clave para el equilibrio se encuentra en generar hábitos de desconexión eficaces que nos permitan unir los dos mundos, dándole a cada uno el espacio justo que necesita, para poder relacionarnos de una manera saludable con la tecnología.

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