Estado emocional: las palabras que nos habitan

El estado emocional positivo en etapas tempranas contribuye a la longevidad

En 1986, David Snowdon se interesó en realizar un estudio sobre el Alzheimer (“The Nun Study”). El objetivo era entender la relación de algunos factores con la posibilidad de desarrollar esta tremenda enfermedad, que produce una alienación psíquico-cognitiva casi absoluta, disociada de la realidad.

Para su estudio, escogió un grupo de 678 monjas del convento de Notre Dame, en Minnesota, que, por sus características, configuraban un grupo homogéneo en cuanto a longevidad, calidad de vida, hábitos, rutinas y costumbres. Ninguna de ellas fumaba, ni bebía, ni sus cuerpos habían experimentado cambios físicos significativos debidos, por ejemplo, al embarazo. Su alimentación, su estilo de vida y las tareas que realizaban eran muy similares.

Durante 15 años, a las monjas, de entre 75 y 103 años, se le realizaron análisis de sus genes y pruebas de agilidad mental.

Una de las conclusiones del estudio fue que los cerebros de las hermanas que, por edad, deberían considerarse enfermos, no presentaban síntomas de pérdida de memoria.

Otra de las sorprendentes e inesperadas conclusiones (y la que más nos interesa ahora) fue la relación entre su longevidad y el uso del lenguaje positivo.

Antes de realizar sus votos, habían escrito una carta en la que exponían los motivos de su vocación y su propósito de vida. Tras el análisis exhaustivo de estas cartas, se pudo concluir que aquellas que expresaron en ellas más emociones positivas, vivieron significativamente más años que aquellas que expresaron menos. Las palabras expresaban su energía, su generosidad, su altruismo, su emoción y su fe.

El estado emocional positivo en etapas tempranas contribuye a la longevidad

Así, se pudo concluir que el estado emocional positivo en etapas tempranas contribuye a la longevidad y que el uso de un lenguaje positivo está relacionado con nuestro bienestar y nos ayuda a vivir más tiempo y más felices.

No cabe duda de que el cuerpo, el cerebro y el lenguaje forman una Trinidad indivisible y que las palabras que escogemos para expresar nuestra visión del mundo determina nuestra capacidad para afrontar los acontecimientos y, como definía Sartre, nuestras circunstancias. Por eso, el uso de un lenguaje positivo o negativo impacta directamente en nuestro estado emocional y, por lo tanto, en nuestra conducta.

Por su parte, a partir de los resultados clínicos obtenidos a través de resonancias magnéticas y electroencefalografías, Luis Castellanos pudo observar la sinapsis cerebral producida a partir del uso del lenguaje positivo o negativo y relacionarla con su influencia en nuestra actitud de afrontamiento.

La culpa, a través de la cual responsabilizamos en exceso al entorno y a nosotros mismos. La excusa, que nos sirve para no hacernos responsables de lo que nos sucede. La queja, con la cual ponemos el foco en el problema sin centrarnos en la solución. La crítica, con la que enfocamos nuestra energía en lo negativo. Los anticipadores de desgracias, que perfilan un horizonte desolador, que no suele llegar a producirse. Todos ellos son enemigos del lenguaje que habitan en nosotros de manera habitual, manejándonos de un modo automático, vacío, tópico y disfuncional.

La importancia del estado emocional

“No soy capaz”, “Se veía venir”, “Siempre pasa lo mismo”, “Estoy harto”, “Deja eso que lo vas a romper”, “Mejor no lo pruebes”, “Ya sabía yo”, “Te vas a caer!”, “Esto está mal!”, “Es culpa tuya”, “Te has equivocado”, “Y dale!”, “Las personas nunca cambian”, “Es que…”, … Todas estas aseveraciones están grabadas a fuego en nuestro cerebro y ejemplifican el uso disfuncional de nuestro lenguaje, que, lejos de potenciar la autoestima, alentar el afrontamiento e impulsar la motivación, nos conduce a cerrarnos puertas a nosotros mismos y a los demás, haciéndonos más infelices.

Luis Castellanos, en su libro “La Ciencia del Lenguaje Positivo”, indica que el entrenamiento en el uso de un lenguaje positivo induce cambios plásticos en el cerebro que pueden transformar nuestros estilos cognitivos, emocionales y sociales.

Es decir, expresarnos de un modo positivo nos empuja a una concepción más amable del mundo y, por lo tanto, nos hace más felices. Aprendiendo conscientemente a expresarnos con un lenguaje que transmita energía positiva conseguiremos generar un cambio personal a través de nuestras palabras.

Cambiar nuestra mente, nuestra forma de pensar y de sentir.

En definitiva, podemos entrenar nuestro lenguaje y, por lo tanto, gracias a la demostrada plasticidad del cerebro, cambiar nuestra mente, nuestra forma de pensar y de sentir. Modificando la polaridad de nuestras palabras y la manera en la que las usamos podemos mejorar nuestro bienestar o nuestro grado de felicidad, tanto respecto a nosotros mismos como respecto a los demás. Y esto es importante. Aplicar inteligencia emocional también en el lenguaje potencia la calidad de nuestra interacción social, la manera en que somos vistos y apreciados por los demás y también la manera en que nos valoramos a nosotros mismos.

Poder elegir nuestro lenguaje aumenta nuestro nivel de autoconfianza y, por lo tanto, de autoestima y nos conduce directamente hacia el autoliderazgo.

El lenguaje positivo es una poderosa herramienta que deja huella física, cognitiva y emocional y, lo que es también importante, puede producir impacto sobre la expresión de los genes. Es decir, puede mejorar la propensión genética al positivismo de nuestros descendientes.

En palabras de Luis Castellanos: “Somos el lenguaje que usamos. El lenguaje nos habita las 24 hs. Elijamos las palabras para construir con ellas una buena historia de vida”.

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Aprender a buscar soluciones: El árbol de Problemas.

¿Qué es el árbol de problemas?¿Puede haber mejor fuente de inspiración que la biología?

¿“El pingüino emperador es un gran ejemplo de adaptación al entorno. Puede sumergirse hasta una profundidad de 500 metros y alcanzar grandes velocidades bajo el agua. Sin embargo, es especialmente vulnerable al cambio climático porque su ciclo de reproducción depende mucho del hielo. Si la banquisa antártica sigue disminuyendo por el aumento de la temperatura, se extinguirá.”

Esta reflexión sobre la importancia de cuidar y proteger nuestro medio ambiente nos lleva a pensar sobre la situación actual ante el COVID-19. Pensábamos de manera optimista que era por un plazo no tan largo y estable como está ocurriendo, muchos somos resilientes ante esta situación, pero ¿Cuánto tiempo podremos soportar?, creo que la solución no es tanto el soportar sino cómo adaptarnos y cambiar.

Para ello, os presento una técnica que aplica la busca de soluciones como alternativas a los problemas que se nos presentan, denominada: Árbol de Problemas

 

¿Cómo mejorar la gestión con el método Árbol de Problemas?

Existen diversos métodos y técnicas de gestión, cuya propuesta se basa en la analogía con un árbol (raíces, tronco, ramas, hojas). Ejemplos de ellos son el árbol de los problemas y el árbol de objetivos.

El método árbol de problemas te permitirá identificar una situación negativa (es decir, un problema importante), al que podrás darle solución rápida, analizando relaciones de tipo causa-efecto.

 

¿Qué es el árbol de problemas?

También conocido como método del árbol, técnica del árbol de problemas o análisis de problemas, esta herramienta nos permite crear un mapa (“mapear”) o diagramar un problema.

De manera análoga a la forma de un árbol, la estructura del árbol de problemas es la siguiente:

  • En las raíces ubicamos las causas del problema que queremos analizar.

  • El tronco del árbol representa el problema central, que debemos definir bien.

  • Y, por último, en las hojas y ramas ubicamos los efectos o las consecuencias que hayamos identificado.

El árbol de problemas es una técnica que demanda trabajo en equipo. Ayuda a definir problemas, causas y efectos de manera organizada. Y nos permite crear un modelo de relaciones causales en torno a un problema.

El método parte de la identificación del problema, que constituirá el tronco del árbol, como se indicó. Luego, se identifican sus causas – raíces del tronco – y las consecuencias, las ramas.

Las causas pueden jerarquizarse, ordenándolas en causas principales y secundarias. El mismo proceso lo podemos aplicar a los efectos o consecuencias.

Por lo tanto, el árbol de problemas es una forma de representar una situación negativa o un problema, logrando entender, con un “vistazo” al diagrama, por lo menos lo siguiente:

  • Primero, qué es lo que está ocurriendo (problema).

  • Segundo, por qué está ocurriendo (causas).

  • Tercero, qué es lo que esto está ocasionando (los efectos).

Por supuesto, la construcción del árbol deberá apoyarse en técnicas de trabajo en grupo, que puede ayudar a establecer con precisión todas sus partes. Por ejemplo, una técnica adecuada para relacionar las causas y los efectos, una vez definido el problema central, es la lluvia de ideas.

 

Ventajas del método “árbol de problemas”

Después de conocer qué es un árbol de problemas, vamos a precisar para qué nos puede servir, dedicarle esfuerzo al mismo. Creemos que las 3 ventajas claves son las siguientes:

  • En primer lugar, nos permite desglosar el problema, las causas y sus efectos, lo que facilita su análisis.

  • En segundo lugar, el equipo tendrá una mejor comprensión del problema. El tiempo dedicado a la búsqueda de soluciones se puede minimizar, al tener desglosadas las causas y consecuencias.

  • Y en tercer lugar, nos facilita la realización de otros elementos importantes en la fase de planificación estratégica o de un proyecto, como lo es, por ejemplo, el análisis de riesgos y de objetivos.

En muchos casos, el árbol de problemas se vincula con otras herramientas de investigación y análisis, como lo son la Matriz de Vester o el Árbol de soluciones.

El análisis con el árbol de problemas es una herramienta participativa, que la podemos utilizar para identificar problemas principales con sus causas y efectos.

Permite a los responsables de planificar, por ejemplo, definir objetivos claros y prácticos, así como también plantear estrategias para cumplirlos. Es una forma de maximizar el resultado del esfuerzo en las empresas.

 

Importancia del método:

¿Conoces la opinión de los japoneses sobre la importancia de identificar los problemas? Según su experiencia, que no es poca, los japoneses opinan que un problema bien definido o identificado, constituye el 90 % de la solución. Es por esta, entre otras razones lógicamente, la importancia que le otorgan metodologías como la de Marco Lógico, al análisis de problemas.

Observe, además, que el árbol de problemas nos puede permitir una visión compartida de situaciones problemáticas, para concretar las intervenciones que den resultados efectivos para todos los involucrados.

Por otro lado, es una forma de lidiar con la complejidad del problema. Es decir, nos permite ir plasmando de manera sencilla y clara sus “partes” y el impacto de nuestras actuaciones.

En otras palabras, la importancia que tiene utilizar el árbol de problemas, junto con otras herramientas, radica en que nos permite lograr propósitos como los siguientes:

  • Obtener datos significativos para caracterizar un problema.

  • Determinar cuáles son las causas y efectos involucrados.

  • Elaborar objetivos para planes o proyectos de mejora, con el fin de transformar situaciones problemáticas y mejorar la gestión.

¿Cómo hacemos un árbol de problemas?

Con todo lo comentado, ahora vamos a describir los pasos para realizar un árbol de problemas. Sin duda, lo entenderás mejor si explicamos el “cómo”, paso a paso:

Paso 1. Analiza la situación detectada

No basta con saber que hay una situación problemática en la pyme; debes analizarla. Es clave responder preguntas como:

  • ¿Qué está ocurriendo?

  • ¿Por qué está ocurriendo?

  • ¿Qué está desencadenando?

Recolecta datos que permitan entender la situación problemática. Con seguridad, esto lo habrás hecho en muchos casos, al tratar de comprender problemas en la empresa. Este paso, por sí solo, ya nos aporta gran cantidad de insumos para el siguiente paso.

Paso 2. Identifica los principales problemas de la situación

Para ello, puedes hacer uso de técnicas para generar ideas, que son siempre muy útiles. Por ejemplo, la técnica “lluvia de ideas”, que facilita el consenso de equipos, nos puede ayudar a precisar cuál es el problema central.

Si requerimos el apoyo de expertos que no estén en la empresa, una buena alternativa es el Método Delphi.

Sin embargo, si el problema es técnico y requiere de expertos y de muchas discusiones, porque es complejo diferenciar causas de efectos, prueba la Matriz de Vester. Como herramienta, la Matriz de Vester por sí sola, te permitirá priorizar el problema principal. También, te adelantará el trabajo al darte las causas y efectos relacionados.

Paso 3. Determina los efectos y las causas del problema principal

Con los pasos previos, tienes el tronco del árbol. Entonces, lo que sigue es identificar las causas (raíces) y los efectos o las consecuencias (hojas o ramas).

Como en los otros casos, esto debes abordarlo en equipo. Y en la medida posible, buscando el consenso o la opinión favorable de la mayoría.

Si en el paso 2 elaboraste la Matriz de Vester, entonces tendrás este paso claro, porque te sirve de complemento.

Paso 4. Dibuja el árbol

Aunque puede ser sencillo, con la práctica podrás dibujar árboles de problemas cada vez más completos. ¡La práctica hace al maestro!

Utiliza aplicaciones informáticas online para compartir la versión definitiva con los interesados.

Paso 5. Profundiza en las causas y efectos

Resolver el problema objeto de atención será más fácil si logras determinar las causas y efectos raíz claves. Una pregunta es, frente a cada causa identificada: ¿Es posible que esta causa sea ocasionada, a su vez, por alguna otra?

Con el árbol de problemas ya “terminado”, un paso siguiente es construir un árbol de objetivos, trasladando las causas a medios y las consecuencias a fines.

 
 

Un ejemplo de árbol de problemas

Para ilustrar los pasos recomendados, presentamos un ejemplo de árbol de problemas, apoyándonos en una microempresa.

La empresa HJ vende instrumentos musicales y oferta formación en música para niños y jóvenes.

En el último semestre aumentó el indicador relacionado con las quejas y reclamos de sus clientes y usuarios. ¡El indicador encendió las alarmas! Así que realizó una clasificación de los motivos de las quejas, analizando su frecuencia. Junto con esto, ella y su equipo hicieron entrevistas por teléfono y correo electrónico. Es decir, contactaron a los clientes que habían reportado quejas. Estas acciones les permitió mejorar la clasificación de estas. Así, cumplieron con el paso 1, al tener insumos para analizar la situación.

En el paso 2, entonces identificaron los problemas. Con la clasificación realizada, pudieron precisar diversas situaciones problemáticas. En este caso, se pudo haber elegido una opción específica. Sin embargo, para este ejemplo vamos a trabajar con la “opción” general. Por lo tanto, la problemática principal que se asumió fue el “aumento en 25 % de las quejas de los clientes, en el último semestre del año”, para el caso de los instrumentos fabricados por lutieres aliados. Una de las alternativas de HJ para vender instrumentos, es su construcción a la medida del usuario. Para ello se apoya en lutieres.

Con el paso 3, el equipo procedió a identificar las causas y los efectos. Con la información recolectada, ya se tenía bastante camino avanzado. De hecho, los tres principales tipos de quejas eran los siguientes:

  • El servicio postventa es “malo”. El personal que atiende el reclamo “no sabe” lo que hace. En ocasiones es poco amable o no tiene empatía. En particular, cuando se trata de atención telefónica.

  • Mala calidad del producto. Algunos instrumentos no funcionan bien y no cumplen con los requisitos técnicos y las condiciones indicadas.

  • Y una tercera queja fue que, en algunos casos, el producto (instrumento) subió de precio sin previo aviso.

Avance en el diagrama del árbol…

Entonces, en el esquema que se fue elaborando, estas quejas las colocó como causas directas, entre otras secundarias que decidió seleccionar, a partir del análisis inicial.

A continuación, el equipo pasó a identificar los efectos, además de pensar en todos los posibles efectos que puede tener la problemática principal, consideraron los efectos 1 a 1 de cada causa.

Por ejemplo, un deficiente servicio posventa hará que las compras de los clientes se vean disminuidas, porque con cada instrumento, la tienda vende accesorios y componentes. Algunos son “de por vida”, como los juegos de cuerda en los instrumentos que las utilizan. También el mantenimiento, que es otro servicio dentro de la gama de ofertas de la empresa.

Al precisar los efectos de cada una de las causas, el árbol de problemas fue tomando forma para HJ y su equipo.

La discusión, en sí misma, ya era un valor ganado, pues el personal fue comprendiendo las consecuencias de las quejas presentadas y al final, el diagrama fue desarrollado hasta un segundo nivel, que fue el árbol de problemas terminado, antes de pasar a buscar soluciones.

Como conclusión, si buscas un método para abordar los problemas con participación del equipo, como parte de la función de planificación, el método árbol de problemas es una buena opción. Es claro que, si queremos aprovechar la utilidad de esta herramienta, debemos profundizar en las causas y en los efectos.

¿Preparado para dibujar tu árbol?… al final la solución te estará esperando.

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